domingo, mayo 23, 2010

AL OTRO LADO DE LA MEMORIA

AL OTRO LADO DE LA MEMORIA

A 24 metros de París viven
solamente los condenados ahora.
Ellos se pegan contra el cielo
-ven al otro lado de la memoria
el paraíso de las altas maldiciones de antaño
-el amor vuelto de espaldas
con las solemnidad de un trueno
para celebrar las deliberaciones
grotescas de su múltiple sombra.

A 24 metros de París desde entonces
ahora y desde lejos siempre.
Porque del lado adentro de la ventana
el cielo arde como un buitre reducido
a sus dimensiones naturales
para hacerle sitio al árbol
y a la fiera del árbol que devora a sus hijos
-algo menos convincente al fin
que la mínima cobardía
de encubrir la aparición de la muerte.

Al otro lado de la memoria
los condenados organizan sus fiestas.
Descubren con lucidez una estatua
para colgar sus hombros semialados.
Cuelgan sus ramas en las asas
intestinales de las bestias del brindis.
-Olvidan a los centinelas
que abandonan sus puestos
para revolcarse las vituallas
con las muchachas expedidas en grandes ramos.

A 24 metros de París
el otro lado de la memoria arde
-apresura las cosechas del fuego
sobre las ofrendas maderables del paraíso.
-Empina con rapidez el cielo
hasta el borde de sus propias manos.
Algo está perdido desde ahora a lo lejos.
Los borrachos deshonran sin quererlo
la honorabilidad de las máscaras.

Del lado adentro de la ventana
tú deshojas las apariencias del cuerpo.
Arrojas con un gesto por el balcón tu sombra
para apartar la furia de las lámparas
siempre más tristes que tu rostro
-siempre más tristes que los viajes
al reino de los cazadores de fábulas.

A 24 metros de París la estatua
como por los ojos. Respira por el orden
subterráneo de los cementerios.
Se pierde en los siglos de siglos. Amén.
La estatua vuela por el lado derecho
de su miseria amorosa mientras
los guerreros impregnan con el olor del ajo
el ámbito de una canción
muy antigua cuyo nombre olvidaron.

La pata de la tempestad golpea
a la puerta que se abre hacia un siglo
donde los asnos decapitados vuelven
a regar con sangre la ambigüedad del bosque.
Un condenado basta para que se ordenen
los enunciados del amor y de las víctimas.
Una caricia basta para que se proclame el reino
de los dioses de dos caras que tiemblan.

Del lado adentro de tus ojos
algo está perdido para siempre a lo lejos.
Los vagabundos mean de memoria las flores
que tapizan la claridad bien alta
de sus itinerarios entre enfermos piadosos.
Una campana pare a un perro
de dos hojas por su brillo distintas:
Una para celebrar el combate
de sus pasiones contradictorias.
Otra para el hambre y el crimen.

Las patas de los asnos entierran
la tempestad en las puertas.
Corren por el espejo y elevan
su relámpago de acampar con las víctimas
a 24 metros de París
-al otro lado de la memoria perdida
como una ventana que se ahoga
en el incendio repentino del cielo.


Y el reino? -son dos hojas al viento
-dos simples rostros para amar como un perro.

HESNOR RIVERA
De: Superficie del Enigma

lunes, mayo 17, 2010

ISLA

ISLA.
Sigue en las mismas playas de donde vino.
Vive en una ciudad de madera que levanta su olor acre
como un puñal.
Es allí donde habita, afantasmado, virtual, amante. Donde
habla solo una lengua extraña. Donde está más cerca de
su cuerpo.
Todavía se asoma por una ventana a ver la tarde primitiva.
Se mueve frente a una vegetación espectral. Lleva el tesoro
de Raleigh, un rostro de mujer y cierta fragancia bárbara de
sol que duerme entre hojas.

Rafael Cadenas.

Island.
He´s still on the same beaches he came from.
He lives in a wooden city that raises its bitter smell like a
dagger.
It´s there he lives, ghostlike, virtual, a lover. Where he talks
to himself in a strange language. Where he´s closer to his
body.
He still looks out of a window to see the primitive evening.
He moves in from of phantom vegetation. He carries Raleigh´s
treasure, a woman´s face and some barbaric fragance
of the sun that sleeps among the leaves.
Rafael Cadenas
Translated by
Rowena Hill

domingo, mayo 02, 2010

UVERITO

En el crepúsculo del poder
va caminando
Y en la lejanía cercana
un bosque caribe se está quemando.

Sabana inmensa
verdecita
antes que las proclamas
justas
nos dieran la opción del luto.

Uverito, una línea, sus soportes
y cuatrocientos cincuenta y siete
sueños disueltos
un chubasco, mil charquitos
y el astro rey en reflejo
va dando tono a unos quinqués
que me gustaron sin tocarle.

Un puerto sin barcos
al norte del río padre
Retoños que se hicieron árboles
esperando ser papel para viajar un día
en una historia que no quiso ser escrita.

Fueron muchas las lunas
fue mucho antes
de algún agosto interminable
quizás fue leyenda
o un recuerdo
que nació enfermo de desaires,
o tal vez son tres almendras
la medida perfecta
cuando sólo se abrevian cantidades.

.

Ángel Rivero
Abril 30, 2010