Considero
que el dolor es una alarma, un sentimiento homeostático, que gestiona recursos igual
o semejante al sentimiento somático del hambre, del frío, del calor, que te hace
tomar acción para resolverlo, comer, beber, abrigarse y en el caso del
sentimiento homeostático revisar aquel “periférico” que produce la alarma que
podría ser una alarma mayor o menor dependiendo de la intensidad de ese dolor,
intensidad que es directamente proporcional a la incertidumbre del evento que
anuncia, ese sentimiento; Ese dolor físico,
ese sentimiento del otro y sobre todo en
situaciones de conflicto no es susceptible
de despertar la misma compasión que otros sentimientos, “La imaginación percibe una parte tan pequeña del dolor ajeno, que su
simple vista no puede evocar un sentimiento reciproco… Y , entonces ¿Quién sabe
si los dramaturgos modernos son más dignos de elogios que de vituperio, por haber evitado del todo este escollo o al
menos por haberlo franqueado en su pequeña embarcación?” Lessing. Pero si
hablamos de modernidad esa “imaginación” en estos tiempos aún más modernos que
los de Lessing tienen la ayuda de las redes sociales, de lo inmediato, la
imagen y el video, el dolor del otro en tiempo real, logrando evocar, despertar
reacción, sentimiento de solidaridad, sentimiento que nos seduce y nos expone a
la saturación de información de eventos dolorosos, saturación que
adicionalmente puede estar manipulada, orientada a su efecto más conocido: 1. la
paralización, el deslizamiento hacia la “procrastinación” trastorno de
conducta que nos mantendrá ocupados y a
salvo de ese mismo dolor que sufre el otro, o 2. La banalización de esos eventos de
sufrimiento del otro, por no creíbles, por
manipulación, como el caso reciente del secuestro de la periodista Nairobi
Pinto, que aglutino un sentimiento de
solidaridad ante el dolor de sus familiares, preocupación por su suerte y
resulto un evento muy artístico, parecido a más a una escapada juvenil a la
playa de una adolescente con su novio que un verdadero secuestro, complementado
con el posterior “secuestro” del también periodista Amorín, ambos personajes públicos,
identificados con la oposición, dejando ver las grietas a propósito, para dejar
decepción, convirtiendo ese dolor sufrido en injustificado, dolor que no tiene
remedio y que nos incita a la quietud.
Para
todo esto el mejor antídoto es la acción, conseguir la información de propia
mano, no sólo de las redes, buscarla en la calle, en lugar de los eventos
informativos que nos interesan.
Ángel A.
Rivero
Abril
17, 2014.
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